La Villa de los Misterios de Pompeya escenifica un ritual dionisíaco y erótico destinado a las mujeres

Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya

Ubicada a las afueras de Pompeya, la Villa de los Misterios o Villa dei Misteri debe su nombre a la serie de frescos que adornan las cuatro paredes de una habitación de la parte residencial de la casa. Los frescos se pintaron a mediados del siglo I a.C. y son considerados como la obra maestra de la pintura romana en Pompeya. El artista que realizó los frescos dispuso las figuras sobre un fonde de rojo intenso, y separó las escenas por medio de pilastras en negro y reborde verde; en la parte superior dispuso una decoración con grecas. Se presenta como un escenario en el que se ejecuta un extraño y solemne ritual.

Pompeya con el volcán Vesubio al fondo. Foto: Roger Ressmeyer

La Villa de los Misterios compartió el destino de Pompeya, una pequeña y rica ciudad comercial, conocida por sus talleres de tintorería, de vidrio y cerámica, por sus productos agrícolas y su famoso vino que crecía en las laderas del volcán Vesubio. Pompeya sufrió un terremoto en el año 63 y casi fue destruida, pero la ciudad se reconstruyó de nuevo. Y en el 79, 16 años más tarde, una gran erupción del volcán la dejó cubierta entera, como un amplio campo de cenizas, pronto nadie supo dónde había estado Pompeya. No fue hasta el año 1763, en el curso de unas excavaciones que todavía eran completamente asistemáticas, que se se dieron cuenta de que se habían encontrado las ruinas de la ciudad.

Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya

La Villa de los Misterios, sin embargo, se quedó como una Bella Durmiente sin ser molestada hasta el año 1909. Fue descubierta por Aurelio Item, propietario del Hotel Suisse de Pompeya y arqueólogo por su cuenta, que la llamó Villa Item. En 1931, el arqueólogo Amadeo Maiuri (1886-1963), el arqueólogo director de las excavaciones de Pompeya, cambió el nombre por el de “Villa de los Misterios”. Su descubrimiento causó una enorme sensación en toda Europa.

Amadeo Maiuri, el primer especialista que estudió la Villa, explicó sobre la casa: “Primero fue una simple casa de campo cuadrada, luego se convirtió en la base de una villa rústica más grande y finalmente se convirtió, en la época de Augusto (31 a. C.-14 d. C.), en un lugar dedicado a un culto órfico privado. La Villa debió alojar a grupos de personas, era grande, con muchas habitaciones, poseía un atrio, grandes patios abiertos al cielo. Como otras propiedades romanas, funcionó como casa de lujo y granja. Había áreas para prensar las uvas, varias cocinas y baños grandes, jardines, santuarios, estatuas de mármol y todos los espacios necesarios para que un patrón adinerado recibiera invitados tanto por negocios como por placer; muchas habitaciones estaban cubiertas de frescos. Se han encontrado objetos que parecen sugerir al posible dueño de la Villa. Los especialistas han propuesto que L. Istacidius Zosimus, un miembro de la poderosa familia Istacidii, era el propietario porque se encontró un sello de bronce con su nombre inscrito. Sin embargo, también se encontró allí una estatua de Livia, esposa de Augusto, y algunos historiadores afirman que ella era la propietaria. O sea, que cuando la lava la cubrió, la casa ya tenía más de doscientos años y probablemente había tenido varios propietarios diferentes, había sido redecorada y reparada en gran medida, particularmente después del citado terremoto que azotó Pompeya en el año 63, en parte con diseños pompeyanos con dibujos de figuras muy vivas, algunas de las cuales también reflejaban la vida en la Villa. Con este colorido debía haber tenido un efecto alegre y encantador.

Villa de los Misterios, Pompeya. Foto: Google sites

Este tipo de Villas eran propiedad de ciudadanos romanos adinerados y las usaban como casas de campo. La vida en ellas era más colectiva de lo que podemos imaginar hoy. En las casas vivía más gente que ahora y en bullicio constante. Los de clase alta vivían organizados en amplias familias con esclavos a su servicio. Las villas de lujo, como la de Boscoreale o esta de los Misterios, podían estar decoradas con objetos o esculturas “antiguas” procedentes de la Grecia, básicamente la helenística, o copias, la aristocracia romana era coleccionista de “antiguedades”. Leo en la página web del Metropolitan Museum of Art de Nueva York que exhibe las pinturas de Boscoreale: ”Aunque en la vida pública un senador pretendía ser una figura severa de los valores tradicionales romanos —austeros, prácticos, conservadores,- sus casas y sus villas eran el escenario de extravagantes demostraciones de vida refinada en la construcción, decoración, celebración de ágapes y lugar para disertar y filosofar. La arquitectura de las villas romanas combinaba el núcleo de una casa romana con peristilos y jardines tomados de gimnasios, palacios y santuarios griegos. La aristocracia romana pretendía evocar la cultura de las academias atenienses, el mundo encantado de la pastoral helenística y la magnificencia de los palacios alejandrinos. Los retratos de filósofos y escritores griegos representaban el aprendizaje; estatuas de sátiros y ninfas recrearon un paisaje idílico dionisíaco; y las pinturas murales, ricas en mitos griegos y retratos dinásticos, proporcionaron majestuosos interiores”.

Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya

La historia de la pintura romana es esencialmente una historia de pinturas murales sobre yeso. Aunque las referencias literarias antiguas nos informan de pinturas romanas sobre madera, marfil y otros materiales, las obras que han sobrevivido se encuentran en el medio duradero del fresco que se utilizó para adornar los interiores de las casas particulares en las ciudades romanas y en el campo. Según Plinio, fue Studius “quien primero instituyó la técnica más deliciosa de pintar paredes con representaciones de villas, pórticos y jardines, bosques, arboledas, colinas, piscinas, canales, ríos y costas”. A lo que hay que añadir pinturas mitològicas, como en la Villa de los Misterios.

• Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya. Foto: Daily Mail

Las pinturas de la Villa de los Misterios estuviero en alto riesgo cuando fueron descubiertas. Protegidas por la capa de casi 10 metros de ceniza volcánica que había caído sobre Pompeya, la impresionante decoración de la villa quedó inmediatamente expuesta a posibles daños por los elementos y terremotos, uno de los cuales ocurrió un poco más de un mes después de que comenzaran las excavaciones. A medida que se retiraba cada carretilla de escombros, revelando columnas, objetos, mosaicos y frescos, la amenaza aumentaba. Pronto quedó claro que la casa y sus pinturas eran muy vulnerables, no solo al sol, la lluvia y el viento, sino también al robo. Solo tres semanas después del descubrimiento de uno de los hallazgos más impresionantes del mundo, las excavaciones se detuvieron. Se reemprendieron con un enfoque destinado a la protección y la conservación. Los arqueólogos tardarían dos décadas más en excavar por completo la casa. A lo largo del siglo XX las pinturas se fueron deteriorando, no se actuaba, y unas lluvias en 2011 las pusieron en serio peligro. Debido a las amenazas de que el sitio podría perder su lugar en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y perder millones de euros en fondos de la UE a menos que se restaurase, el gobierno de Italia cerró la Villa en 2013 y emprendió su restauración. La abrió al público de nuevo en 2015.

Escenas

Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya

Los frescos destacan por el vivaz color rojo y por la  belleza de las escenas pintadas en las cuatro paredes de la habitación. Las hizo un artista con mucho talento (o una mujer artista?). Son anónimas. Hay figuras de diferente tamaño y algunas de escala natural. Cada escena representa una o dos o tres figuras de simple diseño, algunas de las figuras dan la impresión de ser retratos de personas contemporáneas mientras que otras tienen un carácter mitológico. Fueron pintadas para escenificar la secuencia de un drama coherente y complejo. Y esas figuras monumentales nos cuentan una historia, una historia muy intrigante, muy misteriosa de hecho, de ahí su nombre. Los historiadores del arte coinciden en que la serie representa los preparativos de una novia para su boda y que se basa en un ritual de iniciación en el culto de Dioniso (o su equivalente romano, Baco) y relacionado también con los cultos órficos. Estaba destinado a las mujeres. Un culto semisecreto de origen muy antiguo que se puede remontar a la Grecia micénica y que había sido traído a Italia desde Grecia y que en la región de Campania tuvo mucho éxito. Como otros ritos que provenían de Oriente, se apartaba de la religión o del panteísmo oficial del estado y los ritos debían realizarse en secreto. Entonces se construían habitaciones subterráneas con este propósito o se procedía en habitaciones de casas particulares, lo que parece ser ocurría aquí. Concretamente, el culto a Dioniso llevó a celebrar bacanales llenas de excesos donde se empleaban afrodisiacos, drogas y vino en demasía. Se practicaban orgías, flagelaciones e incluso rituales de desvirgación de jóvenes. Ante tales excesos, Roma prohibió estas prácticas con el Decretum de Bacchanalibus, pero no sirvió de mucho ya que se seguían celebrando de forma secreta por ello adoptan también el nombre de “cultos mistéricos”.

Villa de los Misterios. (s.I a.C.) Pompeya

En la Villa de los Misterios, los ritos sagrados se realizan en presencia del dios Dioniso y de Ariadna, con Silenus y su séquito de faunos o sátiros y ménades, por lo que la realidad humana y lo mítico tienden a fundirse en una. Maiuri opina que en el panel central se representa la escena de Dioniso y Ariadna en su abrazo en la isla de Naxos, donde Ariadna, desconsolada por haber sido  abandonada por Teseo, está a punto de ahorcarse. En este momento Dioniso surge del mar y se casa por amor con ella.

Dioniso sería un dios que sirve para todo: es el dios de la vendimia y del vino, de la fertilidad, de los huertos, de la locura, del éxtasis religioso, de la festividad y del teatro. También el dios de la muerte y el inframundo. La historia de Ariadna en la mitología griega es en esencia simple, se trata de una historia de amor, un amor perdido con Teseo y un nuevo amor encontrado con Dioniso. Ariadna era la hija del rey Minos de Creta, es conocida por el papel clave que tuvo en el mito de la lucha de Teseo con el Minotauro. Enamorada de Teseo le dio la espada para matarlo y le ayudó a salir del laberinto donde se encontraba el minotauro: le dio un ovillo para que atara el hilo cerca de la entrada del laberinto y que lo desenrollara mientras se iba hacia el interior del laberinto, matara a la bestia y luego poder salir al exterior donde Ariadna le esperaba. Luego los dos huyeron a la isla de Naxos y allí él la abandonó, pero ella encontró de nuevo la ilusión del amor con Dioniso. Zeus la hizo inmortal y vivió sin envejer ni un solo dia. En la historia de la pintura se ha representado muchas veces el mito de Dioniso y Ariadna una vez casados, normalmente se los representaen el monte Olimpo o, como en este caso, en su abrazo, presentes en rituales asociados a Dioniso. Ver la historia completa de Ariadna: https://www.greeklegendsandmyths.com/ariadne.html

Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya: Foto: Daily Mail

En este marco, el rito representado en los frescos es una trama. Maiuri sugiere que retrata el proceso de una iniciación tal como lo experimentó la mujer romana de la época clásica, aquí quizás una joven pompeyana; la transformación de un estadio de su vida y, probablemente, la preparación para el siguiente, una experiencia interior puede tener efectos profundos en la vida y el carácter de un individuo, como parece ser en este caso, prepararse para la vida de mujer casada. Los frescos, entonces, revelan, escena por escena, a una mujer joven que inicia su viaje al santuario interior del misterio – la unio mystica, o matrimonio sagrado – con el dios representado aquí por Dionisio, un dios masculino de la pasión, el éxtasis, y la fertilidad, y su diosa-amante y mortal, Ariadna. En este camino interior, la iniciada vivirá el miedo, la incertidumbre, el terror, el desconsuelo; pasará la prueba y, finalmente, alcanzará el gozo y la serenidad. Una iniciación guiada por una especie de hermandad de mujeres.

Villa de los Misterios (s.I.a.C). Pompeia. Foto: Montaje de Wikimedia

Los frescos contienen un total de 29 figuras humanas, y se dividen en escenas. Para su descripción y sus significados simbólicos, sigo literalmente el libro de Linda Fierz-David (1891-1955), Dreaming in Red. The Women’s Dionysian Initiation. Chamber in Pompeii y el trabajo más reciente de la historiadora del arte de la Universidad de Yale, Diana E.E. Kleiner “Exploring Special Subjects on Pompeian Walls”. Fierz-David dedicó toda su vida a interpretar estos frescos mientras era docente en el C.G. Instituto Jung en Zurich. Ha analizado la Villa de los Misterios como “reflejos psicológicos” con la intención de experimentar la realidad psíquica que irradiaban. Ella piensa que las figuras principales de la serie no son meramente la representación de un mito, sino que pretenden retratar la realidad interior o psicológica de ciertos acontecimientos de la vida y que puede extrapolarse a la mujer moderna (en su caso del siglo XX). Los miedos y los cambios de estado psicológico que vemos en la iniciada de los frescos, qué mujer no los ha tenido? En el recorrido de las escenas vemos como la iniciada va pasado de uno a otro estado.

Primera escena

Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya

Se muestra a una mujer, probablemente la que va a iniciarse, mientras comienzan los preparativos para los ritos. Viste como una matrona romana, un velo cubre su cabeza y espalda lo que significa que està protegida del mundo. Este velo, muy voluminoso, la identifica como una novia. Sus gestos seguramente tienen un significado ritual, quizás la mano derecha, apoyada en la cadera, indica inacción; levantar su ropaje sobre el pecho, por otro lado, indica que el corazón está abierto a nuevas sensaciones. Una sacerdotisa se sienta detrás de ella y la mira atentamente, sostiene un pergamino y, parece que, a su vez, la dirige. El artista ha capturado lo que intuyes que piensa esta mujer, está como cansada, tiene el aire de la que ya lo ha visto todo, sabe lo que está a punto de ocurrir. Pone la mano dulcemente sobre la espalda de un adorable niño desnudo, asociado con el culto de Dioniso, que lee en un pergamino las reglas sagradas del ritual. Un poco más allá, una mujer coronada de mirto, que quizás sea la iniciada que ja comienza el ritual, lleva una bandeja con lo que parecen pasteles y una ramita de laurel. Ella es una de las únicas figuras que realmente mira a los espectadores, el artista, obviamente, trató de establecer desde el principio una conexión entre el espectador y lo que está sucediendo en esta escena. Ella lleva la bandeja a un altar en la que una sacerdotisa empieza un acto ritual en la que será la segunda escena. Las ramitas de laurel simbolizarían las almas de las participantes en el misterios.

 Segunda escena

Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya

Una sirvienta sostiene una canasta cubierta y una joven sacerdotisa está vertiendo un líquido de una jarra para una libación. Puede ser vino, dado que estos son los Misterios de Dioniso, pero todo parece indicar que es agua; sea lo que sea se ha interpretado como una escena de purificación. En el centro, la principal sacerdotisa se la representa sentada en una especie de trono cubierto por un tapíz, lleva un pañuelo que se ata detrás de la cabeza, y una corona de laurel, todo magníficamente dibujado y pintado. La sacerdotissa tomaría el lugar de una Gran Madre y consagra a la mujer que participa en el culto, como la diosa que una vez consagró a Dioniso.

Tercera escena

Villa de los Misterios (s.I a.C.) Pompeya. Foto: Pinterest

Aquí aparece Silenus, un sátiro semidesnudo, con un manto púrpura que había envuelto alrededor de su cuerpo y que se ha caído casi por completo, coronado con mirto y que toca la lira. Su semidesnudez indica que Silenus es un ser semidivino; aunque arraigado en lo humano, en su éxtasis se eleva hacia lo divino. Silenus es un compañero habitual de Dioniso. Según Linda Fierz-David, todo lo que Silenus encarna se realiza en las criaturas que él, como Buen Pastor, guarda: lo salvaje y lo terrible son domesticados, el caos se convierte en un canto al orden; el agua bendita brota y fluye hacia las criaturas así como la leche nutritiva. En esta escena Silenus haría mediador y su forma física, con la curvatura de su cuerpo suave y fluida, está más alineada con la dimensión femenina del ritual. Aunque también sabemos que Silenus y los sátiros bebían mucho y este parece borracho, no tiene mucho control sobre sí mismo, según la interpretación de Diana E.E.Kleineer. Junto a él, encima de unas rocas, se sienta un niño fauno que toca la flauta y una ménade (una figura femenina seguidora de Dioniso) del pecho de la qual mama un cabritillo. En el frente se encuentra un joven macho cabrío que escucha atentamente. El fauno y la ménade son seguramente símbolos de esa luz amistosa-demoníaca, que surge visiblemente en una naturaleza previamente oscura y turbulenta, tal como en un amanecer. Esta tercera escena es pacífica y hermosa porque representa, en el culto dionisíaco, la experiencia del amor. También se ha intepretado como una regresión necesaria al yo animal, inherente pero reprimido en la condición humana, para recuperar luego sus potentes energías vitales.

Cuarta escena

Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya. Foto: Pinterest

Contiene la figura llamada la mujer aterrorizada. Se trata de una escena muy dramática y commovedora. Una figura agitada que arroja una capa que queda atrapada por la brisa y hace de paracaídas ante lo que ha visto y que la ha asustado mucho. Solo un artista de gran talento tiene la imaginación para resolver así esta escena. Ella mira hacia adelante con los labios abiertos, parece a punto de llorar. Tiene extendida la mano izquierda como para protegerse de algo, y su cuerpo tiene la postura de caminar con vehemencia. Parece que sale del fresco, un pie ya está fuera del marco como si tuviera la intención de huir por el pasillo. ¿Porqué está tan agitada? Para Maiuri, tal vez su terror refleja un presentimiento de la tortura que se avecina. Para Linda Fierz-David el enigma de este tormentoso y aterrorizado movimiento se corresponde con los festivales del despertar de Delfos. La mujer aterrorizada es la iniciada: “El idilio amoroso de la tercera escena, en la que ella se había disuelto, ha llegado a su fin, la entrega pasiva ya no es suficiente. Ya se ha convertido en una Thyiad (una náyade en la tradición délfica asociada con los cultos de varios dioses). Ahora se asusta por la máscara del terror que resuena desde el santuario más recóndito y que ve en la siguiente escena. Una máscara que pertenece al culto de Dioniso”.

Quinta escena

Villa de los Misterios (s.I a.C.) Pompeya: Foto: MiBACT

Ahora estamos en la primera esquina de la habitación. El artista ha tomado en consideración la esquina y ha creado esta interacción dramática entre esta mujer y lo que teme que está al otro lado de la esquina: la pavorosa máscara que sostiene un sonriente joven fauno encima de Silenus quien sentado en una roca de mármol parece volver su atención hacia la mujer aterrorizada de la esquina. Levanta un recipiente, parece de metal, del cual el joven fauno bebe. Diana Kleiner cree que es vino desde el punto de vista masculino porque son los hombres los que beben en estos frescos, no las mujeres. Hay estudiosos que creen que se trata de la copa sagrada que contiene el kykeon, una sustancia psicoactiva que se usa en los rituales para alterar la conciencia e inducir visiones o éxtasis. Para Fierz-David, el Silenus de esta escena es un símbolo de certeza absoluta, consciente y tranquila. La máscara fantasmal del terror promete muerte y horror como transformación preliminar. Todas estas imágenes masculinas extrañas enigmáticas, saludan a la iniciada y la preparan para acercarse a la oscuridad o a profundidas desconocidas.

Sexta escena

Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya

Situada en el centro de la habitación, esta es la escena principal y la más importante, lamentablemente muy dañada en la parte superior. Muestra la imponente imagen de Dioniso, tendido en el regazo de Ariadna, su amante mortal; sus ojos, miran para arriba, parece que no podría mantenerse a sí mismo sin la ayuda de ella, incluso se le ha caído una sandalia que se encuentra bajo el trono donde ella se sienta. Sus brazos están extendidos hacia atrás y ella pone su brazo alrededor de sus hombros como para protegerlo. Sobre sus rodillas cruza una vara adornada con cintas. Sólo se conserva íntegramente la figura de Dioniso, de modo que se le ve cómo el redentor, redimido y en paz, tal vez borracho. Ariadna está entronizada y elevada como Perséfone, pero la parte del fresco que representa la mitad superior de su cuerpo está arruinada. Su brazo y su suave mano derecha, que reposa tranquilamente sobre el pecho de su amado, es lo único que queda! No lo sabemos porque esta parte de la pintura ha desaparecido, pero intuyo que Ariadna lucía una corona de estrellas, que es tal como se la representa en las pinturas, símbolo del triunfo del amor. Como regalo de bodas, la novia recibía obsequios de otras deidades, entre los obsequios más notables estaba la Corona de Ariadna, un obsequio de Afrodita y Hora y que se colocaba entre las estrellas, como la constelación Corona. Diana Kleener señala: “Creo que es interesante ver la forma en que se representa a las mujeres como seres protectores en estas pinturas. La mujer que antes rodeaba con la mano al niño que estaba leyendo la liturgia, y ahora Ariadna, que rodea a Dioniso con el brazo”. Es casi inquietante que la única imagen de los frescos totalmente dañada durante la erupción volcánica del Vesubio sea el rostro de la propia diosa mortal. Ella permanece escondida en el misterio, para nunca revelar su rostro, oculta en los misterios del ritual que presidió. 

Séptima escena

Villa de los Misterios. (s. I a.C.). Pompeya. Foto: Wikimedia

Aquí la mujer aterrorizada se ha arrodillado y luce una gorrita. Sus facciones están distorsionadas, los ojos muy abiertos. Frente a ella se encuentra el liknon, la cesta de aventar báquica. Con su gesto parece querer levantar el mantel que cubre un gran falo, uno de los atributos del dios Dioniso. Es un símbolo que, si no permanece oculto, tiene un carácter grotesco y obsceno. En estos frescos juega el papel de lo indecente, lo que la novia descubrirá cuando se case, y por lo tanto ahora debe permanecer tapado. Secreto dionisíaco que en las mujeres se manifiesta en el sexo y debe permanecer estrictamente oculto. La mujer lleva una antorcha apagada que era su luz brillante y que ahora se ha convertido en un instrumento de tortura, como una cruz en el sentido cristiano, y aquí en el marco de un culto órfico. La antorcha es un símbolo de la iluminación divina. Se representa a la mujer agotada, casi sin vida, como fuera de sí por haber tenido una gran visión. Lo único vivo son sus ojos muy grandes, con su mirada de sufrimiento. Se trata del ojo del alma que permite una visión extática con lo divino. Según este punto de vista, la mujer arrodillada sería una visionaria extática; por lo tanto, también com dice Linda Fierz-David, “es enteramente alma y casi ha olvidado su cuerpo y ya no puede mover los brazos de forma natural, de ahí la rigidez con que estan pintados”. Detrás de ella, apenas visibles, hay dos figuras de mujeres muy agitadas, lamentablemente muy dañadas.

Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya. Foto: Wikimedia

Miramos al otro lado de la esquina, nuevamente el artista toma magistralmente la esquina en su diseño en relación con el contenido y la ejecución. Frente a la mujer arrodillada se levanta una figura femenina alada, la figura más impresionante de todo el fresco que ha caído desde arriba en rápido vuelo. Ella es acción total: levanta la mano contra la mujer, en un vigoroso gesto de repulsión para alejarla. Con la otra mano levanta un látigo a punto de golpear. La mirada del ángel va más allá de la escena en dirección de la que planea atacar que ya está en la octava escena. Fierz-David concibe la figura del ángel como un pneuma que significa el aire o el aliento en movimiento: el aliento del viento, el aliento de los seres humanos, el aliento de los animales, es el aliento de vida. El pneuma es un cuerpo, el más fino de todos, el que lo impregna todo.

Octava escena

 Villa de los Misterios. (s.I a.C.). Pompeya

Se desarrolla en dos partes bien diferenciadas. Vemos la figura semidesnuda de una mujer que apoya su cabeza en el regazo de una mujer sentada a su lado, quien la protege y la consuela y que girándose hacia la agresiva figura alada, parece implorarle que cese; seguramente la mujer arrodillada es la iniciada, desesperada, llena de terror, porque es a ella a quien va dirigido el látigo del ángel, está a punto de ser azotada. La otra figura es una bella Bacante desnuda, muy erecta y que le da la espalda al espectador. Quizás es una mujer diferente o es la misma iniciada que ha superado el trance y  baila y toca platillos. Ella ya nunca volverá a ser la misma. Detrás de la mujer desnuda aparece una mujer vestida con una prenda oscura, que solo sirve para acentuar la esplendidez del desnudo de la bailarina. Este tipo de contraste entre vestido y desnudo también parece jugar un papel muy importante en esta pintura. Un chal dorado dibuja un semcirculo tan sensual como su cuerpo, va desde su hombro hasta entre sus piernas, y de alguna manera la mantiene en equilibio mientras baila.

Novena escena

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Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya: Foto: Daily Mail

Una criada peina la melena de una dama. Después de la octava escena se abre la ventana del largo muro exterior, la luz del día penetra en la habitación y la iniciada recupera nuevamente la vida normal. La inciada ha vuelto a cambiar, ya no baila de alegría, se ha impuesto la seriedad, es la novia que ya está preparada para su matrimonio sea místico sea ordinario. Ya no es una jovencita sino una mujer adulta que ha evolucionado a través de su encuentro erótico con los dioses. La imagen de la izquierda muestra a un joven Eros con un espejo que refleja la nueva identidad de la iniciada, revelada a través de su participación en el ritual; otro cupido la mira plácidamente.

Décima escena

Villa de los Misterios (s.I a.C.) Pompeya. Foto: Pinterest

La dama sentada se interpreta como la Domina porque se cree que se trata de un retrato de la dueña de la casa, se parece a otros retratos que se han encontrado en casas de la antigua Roma. Viste muy ricamente como una distinguida matrona, descansa en una silla reclinable y apoya su brazo en un cojín. La expresión de su rostro es atenta. Historiadores del arte creen fue ella la que pudo encargar los frescos a un artista y dignificó la habitación. Ella es la que lo domina y observa todo. La iniciada que ha sido novia, que ha pasado por el matrimonio místico, ya está asentada, se la ve más mayor, más sabia, es la ama de su familia, de su hogar y, lo más importante, es ella misma, completamente suya. Y puede que haya reservado esta habitación secreta en su casa para el culto de Dioniso en la que puede ayudar a iniciar en este culto misterioso a otras mujeres jóvenes.

Sobre el color

Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya

El impacto del fondo de color rojo es grande, casi extravagante, quizás se aplicó con la intención de despertar admiración; esta rojo era el más codiciado en este momento en Roma. Proviene de un mineral, el cinabrio, compuesto por sulfuro de mercurio oxidado que se encuentra en la naturaleza. Kandinsky, probablemente seducido por la aparición de Pompeya y sus pinturas, describió el rojo del cinabrio como la expresión “de una sensación de nitidez, similar al acero, al rojo vivo que no se puede enfriar con agua”. Según Ellen Spindler del Departamento de Conservación del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, este mineral se encuentra en costras o venas granulares asociadas con la actividad volcánica y en las aguas termales. El tono rojizo de este pigmento mineral es debido a la condición de altas temperaturas en las que se forma. El cinabrio también se conoce como bermellón. Pero “cinabrio” se refiere al mineral, mientras que “bermellón” es el pigmento. Los antropólogos han estado interesados ​​durante mucho tiempo en el papel del cinabrio en los rituales y otras actividades simbólicas. Diversas investigaciones muestran que se ha utilizado en varios momentos y lugares para denotar sangre, victoria, éxito, la dualidad de la vida y la muerte y la inmortalidad. Por ejemplo, este pigmento fue utilizado durante las procesiones triunfales y religiosas en Roma, se untaban los cuerpos de los guerreros y las estatuas de Jupiter. Y anteriormente se había aplicado a cráneos y huesos como parte de los rituales funerarios en las culturas neolíticas de Anatolia, China, Galilea, España y Siria, y en muchas culturas de las Américas antiguas. Se cree que el color fue apreciado porque se parece visualmente a la sangre. El cinabrio más utilizado durante este período se obtenía de Almadén, España, la mina de mercurio más grande del mundo en aquel entonces. Como pigmento, el cinabrio posee muchas cualidades, que incluyen un tono profundo, permanencia y compatibilidad con varios medios, incluidos el óleo, la acuarela, el temple al huevo y el fresco. Además, el rojo es el color de Dioniso y pertenece a las mujeres.

Villa de los Misterios. (s.I a.C.). Pompeya

Como ya se ha dicho, la Villa de los Misterios probablemente estaba siendo utilizada por mujeres romanas para el rito de iniciación, basado en cultos órficos y dionisíacos. Linda Fierz-David señala: “Generalmente se supone que las imágenes de esta serie pertenecían a un culto órfico privado. Pero es cierto que la Villa en sí no nos da ninguna información: no contiene ninguna palabra, ninguna inscripción, que pueda referirse al culto. Pero estas imágenes tienen algo tan inusualmente vivo y original, que representan claramente la experiencia del desarrollo desde una etapa inicial hasta una meta. Los frescos provienen de una época en la que todos los mitos ya confluían en el gran cuenco del helenismo”.

Villa de los Misterios (s.I a.C.). Pompeya

Así, todo son conjeturas. La pregunta sin respuesta es si realmente és en esta habitación en concreto donde una novia pasaba por este rito, es lo que creen los especialistas seguidores de Maiuri; o bien cabe preguntarse si es una representación de lo que se hacia en otra casa u otro lugar, o bien no es más que una escena mitológica como había en tantas casas, una simple decoración. Algunos especialistas incluso consideran que lo que se representa en esta sala es el inicio ritual de virginidad de la hija del propietario de esta villa, dentro del contexto de los ritos báquicos o dionisíacos. Si aceptamos que se trata de un ritual sobre un matrimonio místico de estas mujeres de Pompeya con Dioniso que sería la antesala de su matrimonio en la vida real, entonces, con este ritual, donde Dioniso podía unirse con una mujer mortal, las mujeres tenían la esperanza de que si establecían una relación con este dios, ellas también podrían seguir los pasos de Ariadna y no envejecer nunca.

Villa de los Misterios (s.I a.C). Pompeya

Las mujeres pintadas en las paredes de esta habitación misteriosa, desafían una clasificación fácil. Hay doncellas, sátiras, matronas y sacerdotisas. La misma mujer (¿u otra?) pasa de una condición a otra, en trance, arreglada o desaliñada, vestida, semidesnuda o desnuda y están dispuestas sensualmente sobre un rojo impactante, ¿son novias jóvenes? Todo el rito parece indicar que sí. Como ya se ha dicho, este ritual estaba reservado solo a las mujeres. A partir de la séptima escena no se incluyen figuras masculinas: “Las mujeres están ahora enteramente entre ellas en la intimidad de un misterio sobre el que ningún ojo ajeno se atreve a entrar”, afirma la psicoterapeuta post-junguiana Nora Hall.

Villa de los Misterios (s.Ia.C.). Pompeya. Foto: Pinterest

Linda Fierz-David propone una hipótesis psicológica que se desprende directamente de los frescos: “Los pinturas discurren alrededor de la sala, pero ninguna de las figuras de los paneles se dirige hacia el gran cuadro central de Dioniso y Ariadna. Ninguna figura mira directamente a esta pareja, y las que están más cerca son rechazadas expresamente. Además las figuras de Dioniso y Ariadna no están relacionadas en absoluto con las otras figuras, que están completas en sí mismas. Personifican el símbolo central, lo que une los antiguos opuestos de lo masculino y lo femenino en la conjunctio. Psicológicamente expresado esto significa que en esta habitación Dioniso y Ariadna simbolizan el Ser”.

Para ella, la mujer en la serie de frescos sigue el curso del alma iniciada en la tradición órfica, se parece al paciente que emprende un largo camino tanto a través del inconsciente como a través del inframundo. En colores brillantes, rojos, púrpuras, amarillos, las paredes recuerdan historias como la de Dioniso y Ariadna, miedos, pérdidas y éxtasis, desesperación y gozo, lo podemos sentir e identificarnos. Su lenguaje es el de la iniciación: gesto, posición, colocación de atavíos simbólicos”. En estos frescos, “la iniciada encuentra su propia realidad femenina a través del ensayo y error; de ese modo sigue el prototipo de Ariadna”. Tiene que ver y experimentar antes los peligros del amor y, sobretodo, del sexo para superarlos y vivir luego una vida plena y con conocimiento de causa.

Livia. (s.I a.C). Antiquarium Museum, Boscoreale. Foto: Wikimedia

Otro aspecto que afirmaría que esta habitación estaba destinada a este rito exclusivo para mujeres es la presencia de una estatua-retrato de la emperatriz Livia (57 a. C. – 29 d. C.), que se encontró en el peristilo de la casa en 1929. La estatua fue lo primero que veían los ojos del visitante que llegaba. Linda Fierz-David la relaciona de esta manera: “Livia, esposa del emperador Augusto, fue la primera representante de lo que hoy llamaríamos la nobleza conservadora. Los participantes en el culto de la Villa de los Misterios deben haber sido mujeres lo suficientemente bien situadas para atreverse a erigir una estatua de la emperatriz Livia y reunirse a su alrededor, lo suficientemente bien educadas para sentir la dificultad de los problemas imperiales, lo suficientemente vivas como para sentir que la vida de una mujer no es plena, incluso cuando la relación con los padres, maestros y compañeros varones es buena. Aquellas mujeres buscaban una plena realización en el culto de la Villa, buscaban algún tipo de emancipación dentro del patrón romano”. En cuanto a la escultura se cree que la cabeza fue tallada por separado y que reemplazó a un retrato anterior de la domina de la casa. Como ja he dicho, hay historiadores del arte que creen que la casa pertencía a Livia precisamente por la presencia de su retrato.

Villa de los Misterios (s.I a.C). Pompeya. Foto: Daily Mail

Des del punto de vista de la historia del arte estos frescos pertenecen a la pintura romana del llamado cuarto estilo. El historiador del arte J.W Hanson señaló: “Muchas de las poses y gestos se toman del repertorio del arte griego clásico, pero carecen de la cualidad estudiada y consciente de sí misma que llamamos clasicismo”. Lo que las hace especialmente motivadoras es el hecho de que de esta época sabemos mucho más sobre arquitectura y escultura que sobre pintura. El material pictórico superviviente, con muy pocas excepciones, tiene un alcance muy limitado; casi en su totalidad son pinturas murales, y la gran mayoría de ellas provienen de Pompeya, Herculano y otros asentamientos enterrados por la erupción del Vesubio en  el año 79 d.C. o de Roma y sus alrededores y aún así es muy poco. Sus fechas abarcan menos de doscientos años desde finales del siglo I a.C. hasta finales del siglo I; lo que sucede antes o después sigue siendo en gran parte una cuestión de conjeturas. Y como no tenemos pinturas murales griegas clásicas o helenísticas que hayan sobrevivido para comparar, el problema de diferenciar el elemento romano frente al griego es mucho más difícil que en la escultura o la arquitectura. Estas pinturas han salido a la luz solo en tiempos modernos y tienen, además de un valor único e histórico, el talento del artista que los realizó a lo que se añade el encanto de lo desconocido.

Casa de los Vetti. Pompeya. Foto: Planet Pompeii

Añado un par de ejemplos de pinturas romanas que han sobrevivido: la sala Ixion en la Casa de los Vetti en Pompeya, que combina paneles de mármol de imitación, escenas mitológicas enmarcadas de manera llamativa con la intención de dar el efecto de cuadros colgados en la pared y fantásticas vistas arquitectónicas a través de ventanas falsas. Esta arquitectura pintada tiene una cualidad extrañamente irreal y pintoresca que se cree que refleja los fondos arquitectónicos de los teatros de la época. Se trata de un tipo de pintura que se ha llamado ilusionista y que, siglos más tarde, el Renacimiento italiano retomará con fuerza.

Villa de P. Fannius Synistor en Boscoreale (50-40 a.C). Metropolitan Museum of Art, Nueva York

Otro ejemplo de este tipo  de pintura ilusionista proviene de la Villa de P. Fannius Synistor en Boscoreale, cerca de Pompeya, preservada en el Metropolitan Museum de Nueva York, se trata de una de las pinturas murales más importantes que se conservan de la antigüedad, y excelentes ejemplos del segundo estilo tardío, el estilo más reconocido de la pintura mural romana. Pintura más sustancial y, por lo tanto, proporciona una mejor medida de los dispositivos ilusionistas con los que el pintor o pintora, (es anónimo)  romano logró. Explica el historiador del arte H.W. Janson: “Es claramente un maestro del modelado y texturas superficiales; las formas que enmarcan la vista, las columnas lustrosas y ricamente decoradas, las molduras, las máscaras, tienen un grado extraordinario de realidad tridimensional. Efectivamente, resaltan la vista lejana de los edificios, que se inundan de luz para transmitir una sensación de espacio al aire libre. Pero tan pronto como intentamos penetrar en este laberinto arquitectónico, nos encontramos perdidos; las estructuras individuales no pueden separarse unas de otras, su tamaño y relación son oscuros. Y rápidamente nos damos cuenta de que el pintor romano no tiene una comprensión sistemática de la profundidad espacial, que su perspectiva es azarosa e inconsistente en sí misma. Aparentemente, nunca tuvo la intención de que entremos en el espacio que ha creado; como una tierra prometida, permanece para siempre más allá de nosotros”. 

Villa de P. Fannius Synistor en Boscoreale (50-40 a.C). Metropolitan Museum of Art, Nueva York

Aún así, los detalles arquitectónicos son pintados para que parezcan reales, como mampostería rústica, pilares y columnas que proyectan sombras en el espacio del espectador, y trampantojos más convencionales. Los objetos de la vida cotidiana también se representaban de tal manera que parecían reales, con jarrones de metal y vidrio en los estantes y mesas que parecían sobresalir de la pared. Todo revela el evidente placer del propietario para impresionar a los invitados en su confortable retiro de verano. Las pinturas dan fe de que el propietario original era un hombre rico con un gusto exquisito y parece que ya existía una conciencia de la calidad de los frescos en la antigüedad.

Villa de los Misterios (s.I a.C). Pompeya

Volviendo a nuestra Villa de los Misterios y sus rituales, ya vemos que se funde lo mítico y lo real. Las historias y episodios de los dioses greco-romanos reflejan los comportamientos y la condición humana y los ritos digamos que lo escenifican. En este caso, se coincide que el ritual órifco/dionisíaco de la Villa sería una unio mystica donde lo mundano, un matrimonio, se impregna de lo sagrado. Y con un color rojo de fondo, símbolo de sangre, que da vida al cuerpo. Haciendo un gran salto hacia la modernidad, para Kandinsky hay dos rojos: el nocturno, hembra, que posee un poder de atracción centrípeto, y el diurno, macho, centrífugo, arremolinado como un sol, que lanza su brillo sobre todas las cosas con una potencia inmensa. Y mientras que en mundo crtistiano el rojo se relaciona con lo erótico y sexual, a las pasiones desenfrenadas u ocultas, en el mundo pagano, también era símbolo de inocencia y virginidad y para perderla había que pasar por un rito para superar el miedo a lo desconocido que muchas veces está en lo más profundo del ser humano, en este caso femenino.

Àngels Ferrer i Ballester